domingo, 17 de febrero de 2013

Una historia para el nieto

Si bien lo que viene a continuación no tiene nada que ver con el Club (ni siquiera con el futbol de nuestra zona), me pareció interesante compartirlo dado que es una de las tantas lindas historias que nos deja la pelota. Es 100% verídico y vale la pena tomarse unos minutos para leerlo.

Corría el año 1962 y los dirigentes del Consejo Federal, ente que organiza el Torneo Argentino, decidieron que para hacer más atractivo este campeonato seria una buena idea eliminar los empates. De esta manera los encuentros disputados por este Torneo, que agrupaba a selecciones de distintas localidades del país, que finalizaran empatados deberían definirse con un alargue de 30 minutos (con Gol de Oro) y de persistir la igualdad se iría a una serie de cinco penales por equipo.

La Final de nunca acabar

Los seleccionados de Mar del Plata y Necochea debían definir, en una final a ida y vuelta, quién se quedaba con el Grupo "F" y el avance a una nueva etapa. El partido de ida jugado en Necochea se lo llevó el local por 3-1, insólito resultado si se tiene en cuenta que Mar del Plata era el amplio favorito. Aunque más insólito fue lo que ocurriría en la revancha.....
Era la fría tarde del 29 de julio y ni el árbitro ni la multitud que había concurrido al Estadio General San Martín sabían que estaban asistiendo a un hecho histórico. El partido iba 2-2 y luego de jugarse un par de minutos de descuento el colegiado da por concluido el encuentro. Brazos en alto y festejó para la gente de Necochea que por el resultado de la ida se adjudicaba el grupo. Pero NO. El reglamento decía que no podía haber empates, entonces debía jugarse el alargue. Allí comenzó el absurdo.
El arquero de Necochea se sentó en la línea de su arco, esperando que sus compañeros le hagan el gol en contra que pusiera el 3-2 para Mar del Plata, diera por concluido el encuentro y ganada la serie a Necochea por la diferencia de gol. Pero ello nunca sucedió puesto que los jugadores de Mar del Plata "defendían" el arco rival, para evitar "ese gol" y así llegar a los penales dónde sí podrían obtener la diferencia de tres goles que les otorgara el grupo "F".
La situación era tan grotesca que el público no soportó e invadió la cancha con la intención de agredir a los futbolistas visitantes. Esto llevó al juez a suspender el encuentro cuando apenas se habían jugado cuatro minutos del suplementario.

Y como termina la historia

Dos días después de la suspensión el Consejo Federal decidió que se completen, a puertas cerradas, los 26 minutos restantes del tiempo suplementario pero con la salvedad de que un gol de Mar del Plata obligaría a un tercer partido. Por supuesto esto fue lo que ocurrió.
Entonces las selecciones de Mar del Plata y Necochea volvieron a verse las caras en un tercer y definitivo encuentro en el Estadio Gral San Martín. Los noventa minutos concluyeron 1-1. El suplementario se fue sin goles y llegaron los penales. Aquí también empataron, fue 4-4, y como no existía la reglamentación de continuar con series de un penal por equipo hasta definir el ganador. ¿Qué hacemos?. El "bendito" reglamento estipulaba que ante una situación de "total paridad" debía definirse por.... una moneda.
Y otra vez la misma historia, ¿quién elegía cara y quién seca?. El árbitro harto de estas disputas arrojó la moneda al aire y cuando esta estaba girando señaló al capitán de Necochea y lo indujo a decidirse. "Cara" se escuchó. Y la suerte estuvo de su lado.
Debieron pasar tres partidos, una suspensión, dos tiempos suplementarios, una serie de penales y una moneda. Para que finalmente se haga justicia. Pasó Necochea.

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